La música como arte estético ha estado presente desde la aparición de la humanidad, pero en los transcursos de las distintas épocas las creaciones musicales se han ido formando respecto a los conceptos de belleza y lo bueno, en cada momento de la historia se interpretó estas palabras de una manera diferente, con cada uno de estos conceptos las creaciones artísticas tuvieron que trabajar, en la época de los griegos el concepto de bien se encontraba en un fuerte conflicto como en la actualidad, por lo tanto los sonidos, las danzas y en general todas las formas artísticas para realizarse necesariamente tenía por objeto el de alcanzar una belleza que sea considerable incomparable, llena de adornos y elementos que la hacían una de las estéticas más incomparables siglos antes de existir esa palabra, los poemas y los mitos guardaban una musicalidad que en ninguna otra parte del mundo tendría su igual en aquella época.
A partir de la consolidación del concepto de bien él sentido del arte dio un giro radicalmente distinto sobre las bases platónicas, muchas veces llegando al pensamiento de que el máximo criterio estético se encontraba en una confusión indisoluble entre lo bello y lo bueno, así se hacía cada vez más fuerte la dualidad cuerpo alma, una situación que determinaría lo hermoso de una época en la que básicamente los seres mantenían una lucha eterna consigo mismos, sentido que durante la modernidad seria despedazado pero que no por eso dejaría de ser uno de los más bellos y germen de obras de las más grandes en el arte construido por nuestra especie, ese sentido estético fue fuertemente criticado a lo largo de los siglos por estar cargado de moralidad y por lo tanto ser sesgado y llevar al arte a una posición unilateral.
Ya en esas épocas de oposición de concepciones del arte se construía la utópica idea actual del arte como arte como representación autónoma, dando origen y justificativo a las formas de música actual, esa idea de independencia de la arte por el resto de las formas de representación le ha llevado a pelearse abiertamente con todas las formas de la moralidad, y el rock y la música popular de nuestra época no son más que pruebas vivientes de dicha contienda, en la cual se pretende una postura liberal ante una sociedad que oprime, pero con una crítica demasiado ingenua e infértil para afrontar al poder con el cual está en contienda.